“¿Cómo piensas que estamos llevando el conflicto en Ucrania desde aquí, en España?”. Con esta pregunta se desata la locura, pues la mujer entrevistada es una convertida al veganismo que defiende sus ideas a ultranza.
La entrevistada, con absoluta convicción, expone que el conflicto armado que atemoriza a la población de Ucrania desde que los rusos invadieron su territorio (y, de hecho, cualquier conflicto, a nivel internacional o personal) puede ser prevenido y solucionado con la adopción de un modo de vida vegano.
“¡Vale! Vale… ¿Empiezo?”
Esta señora ha encontrado la solución para evitar la tercera guerra mundial: #Ucrania #typicalspanish pic.twitter.com/szJ678v4kE
— stellamarlox (@stellamloopez1) March 3, 2022
Mira, para mí está clarísimo, el primer paso que tenemos que (tomar) es, desde España, dar ejemplo y ser todos veganos. El veganismo es lo que va a salvar (al) mundo.
Bueno, para ella está clarísimo, pero para muchos (me incluyo) resulta una medida excéntrica y pueril. Además, el veganismo, no hay que confundirlo con el vegetarianismo, es, en el mejor de los casos, una postura moral y en el peor, una conducta con matices sectarios adoctrinantes.
¿Por qué? (En serio, ¿¡Por qué!?)
¿Por qué? Porque si una persona está llena de parásitos intestinales: es violenta, es conflictiva, etc.
Su primer argumento hace referencia a la postura zoonótica del veganismo: el consumo de productos de origen animal puede conllevar enfermedades parasitarias, que, según ella, son las culpables de las guerras. Sin embargo, la mujer comete el error de considerar que toda la violencia y todos los conflictos vienen de los “parásitos intestinales”. Si así fuera, nada más tendríamos que desparasitarnos periódicamente y… PUM, paz mundial inmediata.
Aunque me mires con cara rara…
Lo primero es la dieta que lleva uno… ¡El veganismo es esencial! Aunque me mires con cara rara, lo he experimentado en mi propio cuerpo…
La experiencia que uno tiene, de primera mano, suele ser fuente de convicción debido a que creer en nuestros sentidos es algo que nos resulta “lógico”. Sin embargo, cuando empezamos a argumentar que lo particular es evidencia de lo universal, sobre todo en asuntos como las relaciones humanas, estamos caminando en terreno desconocido.
Efecto Dunning-Kruger
La certeza con la que la vegana entrevistada expone su caso puede ser comprendida desde dos perspectivas: la deformación (profesional) de la personalidad y el fenómeno documentado por Dunning y Kruger. En el caso de la “deformidad profesional”, cuando el veganismo es llevado a extremos religiosos, puede afectar la objetividad del individuo, que empieza a explicar todo con base en el veganismo, es decir, tu dieta determina todo, hasta el movimiento de las estrellas y los resultados de la lotería.
En el caso del efecto Dunning-Kruger tenemos que los individuos que menos saben son los que creen saber más: Trump y Vicente Fox son ejemplos perfectos de ese efecto. ¿Acaso Fox no se comprometió a resolver “el conflicto en Medio Oriente” en media hora? ¿No iban a “hacer grande” a Estados Unidos otra vez? Cuando existe una inquebrantable confianza y una enorme opinión de uno mismo y sus capacidades, lo más probable es que o estés bien tronado o que experimentes el efecto Kruger-Dunning (quizá son las dos cosas al mismo tiempo). Tal vez la señora vegana acababa de disfrutar de una rica ensalada de peyote, no sabía nada de lo que se le preguntaba o, incluso, nos estaba troleando. Si el caso fuera esto último, me quito el sombrero, “prueba superada”.