¿Por qué existe la infidelidad? Resulta que no se trata de un asunto de ser cretino o simplemente malo, sino que existen mecanismos bioquímicos que son más similares a los de un adicto a las sustancias que a las de una persona sádica o malvada.
Así es, existe la adicción por la infidelidad y es más una enfermedad (como otras adicciones) que un comportamiento netamente voluntario y libre aunque, eso sí, deleznable. Por ello las neurociencias buscan explicar este fenómeno desde el laboratorio.
Una reacción química
Básicamente, el enamoramiento es una reacción química si vamos al nivel más bajo de la explicación de este. Así, al ser infiel, se está pasando nuevamente por el proceso de enamorarse, que implica que la norepinefrina entre en acción, dejando sin aliento al enamoradizo infiel.
Luego de que el efecto casi adrenalínico de la norepinefrina tiene “zonzo” al flechado por Cupido, la serotonina deja de secretarse, dejando una sensación de vacío y preocupación por el objeto de su (nuevo) amor. La dopamina, que funciona como una recompensa química del cerebro ante nuevas experiencias, se empieza a liberar como loca una vez que se busca ese romance novedoso. Esta es la sustancia responsable en mayor medida de la adicción por ser infiel.
No es lo mismo que la adicción al sexo
Hay que aclarar que cuando hablamos de ser adicto a la infidelidad, no nos referimos a que el individuo ande de loco buscando relaciones sexuales para calmar su propio libido, sino una necesidad más compleja y que implica otro tipo de satisfacciones además de las carnales.
Así, aunque la mayor parte de las “aventuras” implican relaciones íntimas, la satisfacción de ese tipo no es exactamente lo que el (o la) infiel busca. Durante la etapa de enamoramiento, el cerebro produce cambios en los neuroquímicos, lo que altera la percepción de la realidad, en otras palabras, produce fantasías.
El culpable de todo
Por supuesto, somos responsables de nuestros propios actos y es necesario que respondamos por ellos, pero a un nivel más fisiológico, es innegable que nuestro cerebro nos juega malas pasadas y nos pone difícil el hecho de no enamorarnos porque se la pasa manipulándonos con químicos para echarnos a perder nuestras relaciones.
Por ejemplo, en un estudio, un 20 por ciento de los hombres casados y un 13 por ciento de las mujeres casadas han admitido tener alguna relación extramarital y esta conducta puede achacarse a la acción de las ya mentadas dopamina, serotonina, norepinefrina, que los dejan como si hubieran tomado toloache.
Alternativas a la infidelidad
Pero no todo está perdido, amantes de la monogamia, pues hay formas de buscar esa emoción y satisfacción que nuestro cerebro percibe con la infidelidad, más allá de romper relaciones de forma irresponsable con una aventurilla, y la mayoría de las alternativas son bastante razonables.
Entre otras recomendaciones para lograr que dure una relación están dar sorpresas, o sea, tener detalles inesperados y emocionantes hacia tu pareja, así como dar cumplidos y tener una actitud de gratitud e intimidad lo más seguido posible. Además, racionalizar que nadie es perfecto y aceptar que en la realidad toda pareja tendrá fallos puede ayudar a mejorar la relación que ya tenemos. Así que ser tolerante es indispensable para tener una vida monógama larga y feliz.